El Sindicato de Trabajadoras y Trabajadores de la Educación Costarricense, SEC, manifiesta al iniciar la tercera semana de huelga indefinida del Magisterio nacional, que los motivos que iniciaron este movimiento no han sido resueltos, como lo afirma el Gobierno de la República. El conflicto inició en febrero, mes desde el cual no adeudan el pago del salario a miles de trabajadoras y trabajadores de la educación. Con el paso de los meses esa deuda ha crecido, y en miles de hogares los recursos se van agotando. Muchas personas que trabajan en educación no han tenido más remedio que endeudarse, vender sus pertenencias o recurrir a ayudas de terceros, para poder subsistir.
A la fecha, el Gobierno adeuda al Magisterio el salario del mes de abril de 2014, y parte del mes de mayo. Además persisten los problemas técnicos en el pago de planillas de febrero y marzo. Hay cientos de casos de pagos incompletos, lo que ha minado la estabilidad económica de los hogares, dejándolos en una situación angustiante.
Siendo testigos de las penurias que sufren muchos compañeros y compañeras, recurrimos a la huelga en solidaridad con ellas y ellos. El salario es un derecho sagrado; el incumplimiento de su pago puntual y oportuno es un atropello a los derechos laborales y a la dignidad humana, como lo dice la Sala Constitucional, y su retención indebida, es un delito. Hasta tanto no se concluya con el pago de los salarios adeudados, incluyendo los complementos salariales que deberían estar cancelados a esta fecha, mantendremos en firme la huelga.
Ante la solicitud del Presidente de la República, Luis Guillermo Solís, de volver a las aulas respondemos que esto no es posible, por cuanto el problema no está resuelto. El MEP no ha cancelado toda la deuda salarial pendiente. Hay compañeros y compañeras que no tienen el dinero para pagar los pasajes de autobús, comprar sus alimentos y encarar otros gastos propios de ir al trabajo. Otros dejarán en su hogar a sus hijos e hijas con hambre, y la angustia de saber que está trabajando, sin tener certeza de si le irán a pagar pronto o no, para sacar a su familia de ese apuro. En estas condiciones, señor Presidente, volver a trabajar sin percibir salario, sería un atropello intolerable a una de las conquistas que más ha costado al movimiento obrero.
Se ha utilizado el argumento de que, por culpa de esta huelga, no se otorga servicio de comedor a miles de niños y niñas, y por ello se les limita el acceso a la alimentación. ¿Y qué comen los niños y las niñas de los trabajadores de la educación que siguen sin recibir salario? Achacan así al Magisterio una responsabilidad que las instituciones de bienestar social no atienden. Tanto así, que el servicio de comedor se ofrece en época lectiva, dejando a los niños y niñas pobres sin alimentos el resto del año. Además, las Juntas de Educación tienen toda la potestad legal para mantener abiertos los comedores, por lo que este servicio tan noble sí puede seguir funcionando. Sólo se requiere voluntad política.
Lo que el Magisterio nacional solicita no es un capricho, ni privilegios ajenos a otros trabajadores. Lo que solicitamos es el pago del salario adeudado, que es un principio elemental del trabajo. No tenemos por qué aceptar propuestas, como recibir créditos de instituciones bancarias en vez del sueldo, para luego pagar intereses sobre un dinero que nos deben por un trabajo que ya hicimos.
Nuestra vocación, nuestro espíritu nos mueve a trabajar cada día en la educación de miles de niñas, niños y jóvenes, y nos llevó a laborar con amor y con mística, pero también con paciencia en espera de una solución. Ese espíritu no tiene precio. Pero nuestro trabajo sí, porque entregamos nuestro tiempo, y nuestras familias viven de ello. Por este motivo, esta huelga se mantendrá hasta que se nos pague completa la deuda salarial que nos deben a cambio de nuestro trabajo que tanto amamos.
Con el salario y con el Magisterio… no se juega
A la fecha, el Gobierno adeuda al Magisterio el salario del mes de abril de 2014, y parte del mes de mayo. Además persisten los problemas técnicos en el pago de planillas de febrero y marzo. Hay cientos de casos de pagos incompletos, lo que ha minado la estabilidad económica de los hogares, dejándolos en una situación angustiante.
Siendo testigos de las penurias que sufren muchos compañeros y compañeras, recurrimos a la huelga en solidaridad con ellas y ellos. El salario es un derecho sagrado; el incumplimiento de su pago puntual y oportuno es un atropello a los derechos laborales y a la dignidad humana, como lo dice la Sala Constitucional, y su retención indebida, es un delito. Hasta tanto no se concluya con el pago de los salarios adeudados, incluyendo los complementos salariales que deberían estar cancelados a esta fecha, mantendremos en firme la huelga.
Ante la solicitud del Presidente de la República, Luis Guillermo Solís, de volver a las aulas respondemos que esto no es posible, por cuanto el problema no está resuelto. El MEP no ha cancelado toda la deuda salarial pendiente. Hay compañeros y compañeras que no tienen el dinero para pagar los pasajes de autobús, comprar sus alimentos y encarar otros gastos propios de ir al trabajo. Otros dejarán en su hogar a sus hijos e hijas con hambre, y la angustia de saber que está trabajando, sin tener certeza de si le irán a pagar pronto o no, para sacar a su familia de ese apuro. En estas condiciones, señor Presidente, volver a trabajar sin percibir salario, sería un atropello intolerable a una de las conquistas que más ha costado al movimiento obrero.
Se ha utilizado el argumento de que, por culpa de esta huelga, no se otorga servicio de comedor a miles de niños y niñas, y por ello se les limita el acceso a la alimentación. ¿Y qué comen los niños y las niñas de los trabajadores de la educación que siguen sin recibir salario? Achacan así al Magisterio una responsabilidad que las instituciones de bienestar social no atienden. Tanto así, que el servicio de comedor se ofrece en época lectiva, dejando a los niños y niñas pobres sin alimentos el resto del año. Además, las Juntas de Educación tienen toda la potestad legal para mantener abiertos los comedores, por lo que este servicio tan noble sí puede seguir funcionando. Sólo se requiere voluntad política.
Lo que el Magisterio nacional solicita no es un capricho, ni privilegios ajenos a otros trabajadores. Lo que solicitamos es el pago del salario adeudado, que es un principio elemental del trabajo. No tenemos por qué aceptar propuestas, como recibir créditos de instituciones bancarias en vez del sueldo, para luego pagar intereses sobre un dinero que nos deben por un trabajo que ya hicimos.
Nuestra vocación, nuestro espíritu nos mueve a trabajar cada día en la educación de miles de niñas, niños y jóvenes, y nos llevó a laborar con amor y con mística, pero también con paciencia en espera de una solución. Ese espíritu no tiene precio. Pero nuestro trabajo sí, porque entregamos nuestro tiempo, y nuestras familias viven de ello. Por este motivo, esta huelga se mantendrá hasta que se nos pague completa la deuda salarial que nos deben a cambio de nuestro trabajo que tanto amamos.
Con el salario y con el Magisterio… no se juega
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